EL RESCATE DE LA PRINCESA
Érase una vez un príncipe que se quería casar con
una princesa de un reino vecino, que era muy bella y muy buena. El príncipe
estaba locamente enamorado de la princesa (que se llamaba Galia) desde que la
vio por primera en un baile al que acudieron ambos.
A la princesa le gustaban mucho las flores, se
encargaba de cuidar el jardín real, un día cuando se encontraba regando las
orquídeas, llegó un ogro que había recorrido un
largo camino para verla. El ogro era malvado, pero estaba enamorado de
la princesa, por lo que le preguntó si quería casarse con él, la joven
respondió a tal cuestión con una negativa rotunda. Por el ogro se enfadó y la
raptó, llevándola muy lejos, a una cueva en el bosque donde este vivía.
Cuando los padres de la princesa se enteraron de
lo sucedido, propusieron a las gentes de su reino y de reinos vecinos, que si
conseguían liberar a la princesa y traerla de vuelta serían recompensados con
todo el oro y joyas que pudiesen imaginar.
El príncipe no dudó un segundo en ir a buscarla,
no estaba movido por las riquezas, su única pretensión era conseguir que Galia
estuviera a salvo. Para ello, pidió a su amigo Casildo que le acompañase, ya
que este era muy fuerte, valiente, y dominaba el arco y la flecha a su antojo,
de este modo ambos subidos a lomos de sus corceles emprendieron el camino.
Cuando llevaban dos días de camino, sin parar de
andar se encontraron en la espesura del
bosque con un hombre muy asustado que corría en dirección contraria a ellos,
este señor les comentó que había conseguido llegar hasta la cueva, había visto
al monstruo, les explicó que era muy grande, de color verde, con un solo ojo, y
unos dientes muy afilados; también les comentó que el ogro se enfureció al
verlo y no dudó ni un segundo, en atacarlo, y en un abrir y cerrar de ojos se
comió a su caballo.
El príncipe no se amedrentó, decidió ir más
rápido porque temía que a la princesa le pudiese ocurrir algo malo. A los cinco
días de viaje, ya muy cansados el príncipe y su amigo Casildo divisaron a lo
lejos la cueva oscura y también se percataron de que estaba el monstruo
vigilando.
Se acercaron un poco más, para que Casildo
pudiese disparar con su arco una flecha impregnada en una sustancia
adormecedora, ellos no querían matar al monstruo solo querían dormirlo para
poder entrar mientras a rescatar a la princesa. Cuando se encontraron lo
suficientemente cerca, escondidos entre arbustos, el amigo del príncipe disparó
con tal maestría que en menos de un segundo el dragón se durmió como una
marmota. De este modo pudieron entrar en la cueva y traer de vuelta a su reino
a Galia.
El rey, como había prometido, les colmó de oro y
joyas, pero el príncipe no quería nada de eso, lo único que deseaba con todas
sus fuerzas era poder estar con la princesa Galia. El padre de la princesa era
muy listo, y se percató de que el joven príncipe estaba triste, a pesar de todo
lo que les había ofrecido, de modo que le preguntó: -¿Qué te sucede?, ¿Por qué
no estás dando saltos de alegría?,¡cualquiera en tu lugar estaría muy
contento!.
El príncipe respondió: -¡Yo no quiero nada de
esto! Cuando emprendí el viaje, simplemente lo hice porque estaba preocupado
por Galia, yo estoy enamorado de ella, lo único que me haría feliz es poder estar con ella, me gustaría casarme
con su hija.
El rey, que era bueno y justo, le explicó al
joven que eso era una cosa que él no podía decidir, su hija debía casarse con
alguien a quien amase y no con alguien que su padre decidiera, por lo que le
propuso que directamente se lo preguntase a ella y si Galia quería, entonces
tendría su aprobación.
Al preguntárselo, Galia expresó felizmente que
ella también estaba enamorada del joven príncipe, y que le haría muy feliz
poder ser su esposa.
A los dos meses se realizó el enlace, al evento
estaban invitados toda la gente de ambos reinos, tanto Galia como el príncipe
querían gobernar justamente y ser buenos con su pueblo… y así vivieron felices
y contentos.